Jesús Tolentino Román Bojórquez
El pasado 13 de agosto, un gran
dispositivo policiaco conformado por más de cien elementos de la policía
municipal de Texcoco, fuertemente armados, arribó intempestivamente a plena luz
del día, a las once de la mañana, a la Plaza Jardín del centro, lo que dio la
impresión, a simple vista, de que iban decididos a la captura de algún
peligroso grupo de delincuentes, traficantes de drogas, secuestradores, o algo
por el estilo. Pero ¡oh sorpresa!, tan aparatoso operativo no iba tras los
huesos de ningún capo, sino que, ante los ojos estupefactos de la ciudadanía
que circulaba por el jardín, los señores “guardianes del orden” encapsularon
primero y arremetieron después, en contra de 19 modestos comerciantes semifijos
que venden desde hace 15 años unos, y 35 años otros, gelatinas, hamburguesas,
hot dogs, churros, frituras, tacos, paletas de hielo, nieves y repostería, en
suma, todos aquellos alimentos y golosinas que acostumbra consumir
tradicionalmente el pueblo texcocano en sus ratos libres y de esparcimiento.
Como resultado de tan “grave delito”, resultaron lesionadas algunas mujeres y
algunos de sus pequeños hijos que las acompañaban, lo mismo que ancianos que
han mantenido a su familia del comercio durante muchos años; con saña digna de
mejor causa, los policías despojaron a los comerciantes de la materia prima,
mercancía y utensilios básicos para la elaboración de sus productos, en medio
de una enorme gritería de protesta de ciudadanos nobles que se solidarizaron
con las víctimas. Así, mientras en los
barrios, colonias, pueblos y fraccionamientos de Texcoco la gente se queja de
la falta de seguridad pública (insisto, según datos oficiales, Texcoco se
encuentra dentro de los cinco municipios más inseguros del Estado de México),
vemos nuevamente en qué ocupa Higinio Martínez a la policía, mientras que la
delincuencia hace de las suyas y crece como verdolaga.
Ciertamente, para cubrir las
apariencias, el gobierno morenista que encabeza Higinio, ha hecho la finta de
que no se trata de un desalojo a secas de los comerciantes (agrupados en una
asociación civil denominada Comerciantes Unidos del Jardín Municipal A.C.),
sino de una reubicación debido a que los comerciantes son “innecesarios, afean y contaminan el lugar”, reubicación que
los afectados no aceptan por tres razones: una, porque el número de
comerciantes es pequeño, pero el suficiente para cubrir la demanda ciudadana,
sin afear ni tampoco contaminar la plaza; dos, porque el lugar alternativo que
les proponen (las vías del ferrocarril) es un sitio con muy poca afluencia de
gente y, por tanto, su pequeño negocio no es rentable y terminarían muriéndose
de hambre, los comerciantes y sus familias y la tercera razón, obedece a que ha
corrido el fuerte rumor de que Higinio, después de un cierto tiempo, llevará a
otros vendedores que sean sus
incondicionales, familiares, amigos y compadres suyos. Otra vez, como dije en
un artículo anterior, aparece el carácter caciquil (léase gansteril) de
Higinio, que hace de uso y abuso del poder municipal con un criterio
patrimonialista, es decir, como si el territorio y los habitantes de Texcoco
fueran su patrimonio, de su propiedad personal y que, luego entonces, él puede
hacer con la gente lo que le venga en gana porque la gente es “suya” (¿!). Por
lo tanto, y por este medio, Antorcha anuncia que se solidariza con los
comerciantes desalojados y agredidos, porque nuestra organización siempre, aquí
y ahora, ha sido, es y será solidaria con las víctimas de las injusticias que
se cometan por los poderosos que abusan del poder.
Es
sabido que, por nuestro apoyo a la Asociación de Comerciantes Unidos del Jardín
A.C., el gobierno morenista ha calificado a los antorchistas de
“desestabilizadores” y de “obstáculo” en el desempeño de sus funciones, etc.
Sin embargo, nosotros les preguntamos a esos señores ¿quién desestabiliza? y
¿quién obstaculiza? ¿En verdad creen que Antorcha? Pues no es así y eso lo entiende
cualquier niño de pecho, porque los comerciantes fueron desalojados, agredidos
y robados por la policía municipal que está a las órdenes del alcalde interino,
Nazario Gutiérrez, y éste, sólo es el hombre de paja de Higinio, o sea, es el
gobierno municipal quien se autodesestabiliza y ahora quiere echar las culpas
propias sobre las espaldas ajenas, eligiendo para ello a su “villano favorito”,
a los antorchistas, ¡nomás eso nos faltaba! Aún más: si Higinio y compañía
creen tener la razón ¿por qué no le demuestran a los comerciantes desalojados
que son en verdad superfluos y que afean y contaminan el jardín municipal? No
lo hacen, porque saben que todo ello es falso puesto que el 90% de los
texcocanos extrañan sus hamburguesas y golosinas, y desde niños se hicieron,
durante años y años amigos de los comerciantes, a grado tal que ya se rebasan
las cuatro mil firmas de apoyo, en apenas tres días, de ciudadanos que
respaldan la reinstalación de los comerciantes. Así que no hay para donde
hacerse: el principal “desestabilizador” y “obstáculo” del gobierno morenistas
es el propio gobierno morenista y punto.
Pero esto no es todo. Tomando
como base el triunfo de Higinio en las elecciones pasadas, “triunfo”
fraudulento como sabe y comenta el pueblo texcocano (y que está impugnado en
los tribunales electorales) la pandilla de caciques morenistas pide a gritos
que Antorcha se calle la boca, se inmovilice y que deje de “desestabilizar”,
etc. Pues yo les aclaro: Antorcha no es una organización electorera,
simplemente de coyuntura o de existencia temporal. Antorcha es un movimiento de
educación, organización y de lucha permanente del pueblo, por sus intereses
inmediatos e históricos, y no sólo en Texcoco sino a nivel nacional, que se
propone acabar con la pobreza y las injusticias, por difícil, lento y hasta
peligroso que sea. Por lo tanto, con y sin el poder municipal, Antorcha seguirá
haciendo su trabajo en Texcoco, más aún si consideramos los graves problemas
que padece este municipio, que no son inventados por nosotros sino que son
datos estadísticos oficiales; por ejemplo, el CONEVAL registra lo siguiente: que 112 mil individuos
(el 42% de la población) viven en pobreza, de los cuales 21, 223 (el 8%) están
en pobreza extrema; que el número de personas sin servicio de salud equivale a
123,229 gentes; que el 32% de la población texcocana, o sea, 85,087 personas,
sufre problemas de alimentación; que 48,519 individuos padecen de algún tipo de
rezago educativo; que 59,689 personas carecen de algún servicio básico como
agua potable, drenaje, electricidad, etc.
En fin, que el 58% de la población vive de empleos informales (así se
explica la proliferación del comercio ambulante, causa de fondo que los
“izquierdistas” de Morena soslayan en relación al tema de los vendedores del jardín
municipal); que el 60% de la gente que labora lo hace fuera de Texcoco,
principalmente en el Distrito Federal y que la delincuencia ubica a Texcoco en
el nada honroso quinto lugar de inseguridad de 125 municipios que componen el
Estado de México (y si continúan dejando gente sin trabajo, como a los
comerciantes, la obligarán a delinquir).
Y combatir todos estos malos
indicadores que afectan la calidad de vida de los texcocanos es, ni más ni
menos, que el programa de los antorchistas en este municipio, que nos
compromete a continuar trabajando,
paciente pero inteligentemente en pos de esta meta, a pesar de los
obstáculos (¡estos si son obstáculos!) de las fuerzas de derecha y de la falsa
izquierda.
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